El primero son las enfermedades de transmisión sexual, pues existe contacto con fluidos, lo cual es aun más latente si existen rasgaduras en el área del ano aunque estas sean pequeñas, por lo que es importante el uso de preservativos.
Sin embargo, otros riesgos comunes son los desgarramientos anales -pueden ser leves o requerir tratamiento médico- también las lesiones a nivel del esfínter (el músculo que usamos para defecar). Esto suele ocurrir básicamente por una mala lubricación o proceder con una dilatación no apropiada del ano.
El ano no lubrica por si solo, así que es obligatorio utilizar la lubricación adecuada, preferiblemente en gel a base de agua cuyo espesor es mucho más adecuado para esta zona. Igualmente, la dilatación debe realizarse de forma suave y con paciencia pues se trata de un músculo cuyas características no le permiten "estar listo" de la misma forma que una vagina.
Otro riesgo bastante común es la pérdida de objetos en el ano, esto debido a las contracciones involuntarias en la zona anal así como el efecto de vacío producto del área donde alojan los desechos orgánicos. A diferencia de la vagina, cuando algo se introduce dentro del ano requiere una intervención médica para solucionar el problema, evita que esto te pase utilizando solo objetos creados para el sexo anal, cuya base sea lo suficientemente ancha como para evitar que pueda hundirse por completo.
Finalmente, un riesgo común asociado al sexo anal es la transmisión de infecciones a la vagina, lo que ocurre cuando se realiza coito vaginal o se introduce en la vagina algún objeto que previamente ha estado en contacto con el ano, esto debido las bacterias propias que se encuentran en el recto. Por esta razón, es altamente recomendable cambiar el preservativo si va a practicarse coito vaginal posteriormente al contacto anal, igualmente es necesario lavar o proteger con preservativo cualquier objeto que vaya a utilizarse tanto en el ano como en la vagina.
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